lunes, 27 de agosto de 2012

RESTAURACION CON DIOS

Un refrán popular español dice: “Renovarse o morir”. Todo lo que no se renueva, lo que no se alimenta, lo que no se cuida, pierde frescura, vitalidad y finalmente muere. Es un principio establecido por Dios, ocurre con todo lo que tiene vida, y también con nuestra fe. Sin renovación una vida llena del Espíritu, vigorosa y fructífera se transforma en una práctica religiosa hueca, vacía y estéril.

¿Qué significa renuevo? Cambiar una cosa vieja por otra nueva, restaurar lo que se ha deteriorado, hacer que algo vuelva a ser nuevo, que recupere el impulso, la energía.
Al adorar a otros dioses y perder la presencia de Dios Israel se transformó en una sombra de lo que debía ser. Vencido por sus enemigos, con reyes que perdieron la lucidez y el brillo que alguna vez manifestara el trono de David, con una religión vacía de contenido, legalista, hipócrita, que adoraba de palabras pero su corazón estaba lejos de Dios.
Pero por medio de los profetas Dios prometió que vendría un cambio. “En aquel tiempo el renuevo de Jehová será para hermosura y gloria, y el fruto de la tierra para grandeza y honra, a los sobrevivientes de Israel” (Is. 4:2) Así como un árbol viejo que ha sido podado, Dios declaró que levantaría un renuevo, un retoño, un brote que salvaría a su pueblo.
¿Quién es ese Renuevo? Jesús, el Mesías. Llamado Jesús el nazareno, que en
hebreo significa “renuevo”. Zacarías 6:12 profetizó: “Así ha hablado Jehová de los ejércitos, diciendo: He aquí el varón cuyo nombre es el Renuevo, el cual brotará de sus raíces, y edificará el templo de Jehová”.
Jesús es el renuevo de Dios que todos los hombres necesitábamos. Al comienzo de su ministerio dijo que el Espíritu lo había ungido para dar “buenas nuevas” a los hombres. Jesús renovó las leyes dadas a Moisés, “Un nuevo mandamiento os doy” declaró refiriéndose al amor a Dios y el amor al prójimo. También dijo que el que “no naciere de nuevo” no entraría en el reino de los Cielos.


Jesús habló de vestiduras nuevas, de odres nuevos para el vino nuevo de Dios que se derramaría sobre los hombres. Con su muerte abrió un camino nuevo y vivo de acceso al Padre, rompiendo el velo que nos separaba de él. Pero además rompió toda enemistad entre nosotros creando en sí mismo “un solo y nuevo hombre”.
¿Cómo nos apropiamos de este renuevo para nuestras vidas? Busca a Dios con la misma pasión cada día. “Vístanse con la nueva naturaleza y se renovarán a medida que aprendan a conocer a su Creador y se parezcan más a él” (Col. 3:10) A través del Espíritu Santo Dios nos ha dado un nuevo corazón para amarle, sensible, inclinado a buscarle, inquieto por conocerle más.
Cada día hay una gracia nueva disponible para quien busca su presencia. La gracia de Dios, como un río de aguas cristalinas corre entre nosotros para volver a dar vida a lo que ha muerto, para purificarnos, para saciarnos, para refrescarnos. Como con Israel, cada día hay maná del cielo, hay una respuesta, hay una palabra que te orienta, hay un camino nuevo para quien tiene que caminar por situaciones desconocidas.
No te aferres al pasado. Tenemos la tendencia a recordar con melancolía días y experiencias que ya no vuelven, pero aprendamos de Pablo a olvidar el pasado y a mirar hacia adelante. No nos aferremos a nada que nos retenga a ese pasado. No seamos enemigo de lo nuevo, porque todo avivamiento espiritual trajo lo nuevo de Dios, nueva luz, nueva revelación, más gloria. A veces lo bueno conocido es enemigo de lo mejor, y Dios siempre trae lo mejor.
Las religiones de este mundo miran para atrás, se aferran a tradiciones y viejas historias, y adoran a hombres que quedaron sepultados en el tiempo. Pero nosotros adoramos a un Cristo vivo, a un Cristo actual, al Renuevo de Dios. Adoramos con un espíritu nuevo, con una adoración nueva, con cánticos nuevos que vienen del trono de Dios.
Renueva la mente. Romanos 12 nos habla de renovar el entendimiento y no conformarnos a este mundo. Tenemos que permitir que la Palabra nos siga desafiando a crecer en el conocimiento del Señor. No nos conformemos a lo que conocemos. Hay más de Dios para nosotros.
Tenemos que dejar atrás viejas formas de pensar y de ver a Dios, y para eso, nada mejor que volver a la Palabra. A través de ella descubrimos un Dios cada vez más grande, más poderoso, más creativo, que rompe con nuestras limitaciones y nuestros argumentos humanos. Cuando nos volvemos a la Palabra de Dios, descubrimos que a diferencia de otros libros históricos, la palabra inspirada por Dios está más viva que nunca y se renueva cada día por el Espíritu que opera detrás de la Palabra.
Fluye en la libertad del Espíritu Tenemos que recordar que Dios nos salvó por medio de la “renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente”
¡El Espíritu fue derramado abundantemente para que podemos ser renovados constantemente! Si cada día nos dejamos ser guiados por él, si valoramos su comunión, y si fluimos derramando bendición sobre otros, así como una fuente de agua viva, el Espíritu saciará nuestra sed y nos mantendrá siempre renovados.
El aceite del Espíritu se renueva cuando volcamos de ese aceite en otros. Los dones se potencian cuando se ponen en uso. El fuego es avivado cuando agregamos más leña. El agua se mantiene pura mientras corre libremente. Cuando limitamos las vasijas, cuando ponemos diques, cuando echamos agua al fuego, cuando queremos manejar al Espíritu, entonces en vez de renovarnos nos endurecemos. Mantente activo, sirviendo, amando, fluyendo, animándote usar todos tus dones, siguiendo las decisiones del Espíritu.
Hoy la iglesia tiene que volver a Cristo para encontrar el renuevo espiritual, y por medio del Espíritu renovar la visión, las fuerzas, la pasión y la unción.

No hay comentarios:

Publicar un comentario